Durante siglos los galenos prestaron más atención a nuestro vientre. En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestros intestinos son capaces de experimentar emociones. Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade la barriga, como si en su interior revolotearan miles de mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo o aflicción hacen que el estomago se encoja y sintamos como si un roedor escarbase en nuestras entrañas. La repulsión hacia algo o alguien puede llegar a producir nauseas e incluso provocar el vomito. Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia. Fruto de décadas de trabajo, los científicos están en condición de afirmar que, por inaudito que pueda parecer en el tracto gastrointestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente el tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas casi exactamente igual que la cifra existente en toda la medula espinal, estructura que junto al encéfalo- cerebro – cerebelo y tronco encefálico- forma el denominado sistema nervioso central (SNC ). Desde el punto de vista estructural, los neurólogos dividían el sistema nervioso en dos componentes: el central y el periférico (SNP ). Este último incluye las neuronas sensitivas, que conectan el SNC con los receptores sensitivos; y las neuronas motoras, que ponen en comunicación el sistema central con los músculos y las glándulas. Sí se aprecia el parecido entre nuestros dos cerebros, el que habita en la cabeza y el intestinal, ya que en se trata de una similitud existente a nivel bioquímico y celular.
Las neuronas de los intestinos no solo controlan la digestión
A su vez los elementos nerviosos dedicados a las funciones motoras se categorizan en una división somática, que inerva los músculos esqueléticos, y una división autónoma, que une los llamados músculos lisos, el musculo cardiaco y las glándulas. ¨Pensábamos que el aparato gastrointestinal esa un tubo hueco con reflejos simples. A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren¨, confiesa David Wingate, profesor de la Universidad de Londres.
No es un secreto que el aparato gastrointestinal tiene el cometido de aportar al organismo un suministro continuo de agua, electrolitos y elementos nutritivos. Para conseguirlo, requiere conducir la comida a lo largo del tubo digestivo mediante unos movimientos ondulatorios llamados peristálticos, secretar jugos digestivos, digerir los alimentos, absorber los productos digeridos, los electrolitos y el agua; transportar este material hasta el sistema circulatorio y finalmente y, finalmente expulsar los productos de desecho. Todas estas áreas están bajo control en mayor o menor grado, del cerebro abdominal, también conocido como sistema nervioso entérico ( SNE ). Pero su cometido va mas allá que el de supervisar los ya de por si complejos procesos digestivos. Al igual que el cerebro intestinal, el cerebro intestinal produce sustancias psicoafectivas que influyen en el estado anímico, como los neurotransmisores serotonina y dopamina, así como diferentes neurotransmisores que modulan el dolor. Además, sintetiza ansiolíticos natural, compuestos químicos que tienen el mismo efecto tranquilizante que el Valium.
El Intestino manda más información a la cabeza de la que recibe de esta a lo largo de la vida del hombre cuya edad media se sitúa en los 75 años, circulan por sus intestinos más de 30 toneladas de alimentos y 50.000 litros de líquidos. El manejo y procesamiento de este volumen de materia prima es una de las competencias de nuestro sabio cerebro abdominal. Las tuberías que conforman nuestro aparato digestivo presentan una estructura compleja. La pared intestinal está formada por diferentes capas Entre las que discurre, el sistema nervioso intestinal También conocido como cerebro abdominal, que se compone de dos sistemas. El plexo mienterico, vigila la motilidad gastrointestinal. De menor tamaño otro sistema controla las fibras motoras que estimulan la secreciónde cinco neurotransmisores: acetilcolina, noradrenalina, oxido nítrico, péptido intestinal vasoactivo y serotonina.